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  1. FISIOGRAFÍA DE CANARIAS    
 
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Relieve

El relieve de las Islas Canarias se caracteriza fundamentalmente por la continua construcción-destrucción de materiales volcánicos. Esto le ha dado a cada una de las Islas un aspecto particular y único, que depende directamente de la actividad volcánica que haya tenido y de la antigüedad y resistencia de sus materiales.

El Teide, máxima altitud del Archipiélago con 3.718 m. (SG)

Uno de los rasgos más característicos del relieve canario y que en primera instancia llama la atención, es la altitud que llegan a alcanzar los edificios insulares. A pesar de su reducido tamaño, el apilamiento de materiales que se ha dado a lo largo de su historia geológica origina estos ‘continentes en miniatura’ sobre el océano. Cada una de las Islas suele tener su máxima altitud en las zonas centrales, y a partir de ahí va disminuyendo hasta llegar al litoral. Lanzarote y Fuerteventura constituyen una excepción. Son las islas más bajas y llanas, cuyo relieve ha sido arrasado por la erosión durante periodos temporales más largos que en las demás, pues se trata de los edificios insulares más antiguos del Archipiélago. Esto también ha provocado que estas dos Islas sean tan áridas, ya que las nubes cargadas de humedad que traen los vientos alisios, pasan de largo sin provocar la precipitación de niebla o lluvia horizontal.

Las mayores altitudes en Canarias están constituidas por el Teide en Tenerife (3.718 m, el pico más elevado de España), el Roque de los Muchachos en La Palma (2.423 m), el Pico de las Nieves en Gran Canaria (1.949 m), Malpaso en El Hierro (1.501 m), Garajonay en La Gomera (1.487 m), Jandía en Fuerteventura (807 m) y Peñas del Chache en Lanzarote (671 m).

Las zonas más antiguas de cada una de las Islas son los complejos basales. Están constituidos por materiales que se han originado bajo el océano con erupciones submarinas. Forman la base de las Islas con una mezcla de sedimentos marinos, lavas almohadilladas o pillow-lavas y una densa red de diques. Tras el abombamiento del terreno y levantamiento del bloque insular, llegó a aflorar en zonas de algunas islas como Fuerteventura, La Gomera y La Palma. En Fuerteventura surge en el Macizo de Betancuria, en La Gomera en el norte insular y en La Palma en el interior de la Caldera de Taburiente.

Macizo de Tamadaba, en Gran Canaria. (CGC)

En el resto de Islas en las que no ha aflorado el complejo basal, las zonas más antiguas son los macizos antiguos, formados en superficie con las primeras erupciones subáreas. Suelen constituir el armazón de la mayoría de las Islas con grandes volúmenes de materiales que se han acumulado hasta alcanzar alturas considerables. Están surcados por una densa red de diques y barrancos, señas de su origen volcánico y antigüedad. En Lanzarote se encuentra el Macizo de Famara y el de Los Ajaches, en Fuerteventura el Macizo de Betancuria; en Gran Canaria los macizos de Tamabadaba, Güigüí e Inagua-Pajonales; en Tenerife los Macizos de Anaga, Teno y Adeje; en La Palma corresponde con su mitad norte y toda la isla de La Gomera constituye un macizo antiguo con actividad volcánica extinta. El Hierro es la única isla que no tiene macizo antiguo ya que se ha formado posteriormente, concretamente durante el periodo Cuaternario. Ocurre lo mismo con los islotes que forman el archipiélago Chinijo.

Otra forma de relieve importante son las dorsales. Son imponentes edificios volcánicos construidos con la acumulación de lavas que se emitieron a partir de las principales directrices estructurales del Archipiélago. En estos lugares se ha concentrado la mayor parte de las erupciones históricas, y ocurrirá lo mismo con las futuras. Destacan fundamentalmente dos, la de Cumbre Vieja en el sur de La Palma, y la de La Esperanza o Pedro Gil en Tenerife.

Los valles y las calderas constituyen elementos importantes y característicos del relieve de las Islas, con diferentes teorías que explican su proceso de formación. Entre los valles destacan sobretodo los que se han formado, según la teoría más aceptada, por grandes deslizamientos gravitacionales. Destacan el valle de La Orotava y el de Güímar en Tenerife, el Valle del Golfo y el de Las Playas en El Hierro, y el Valle de Aridane en La Palma.

Las calderas también tienen diversos procesos de formación. En Tenerife destaca la Caldera de Las Cañadas, que consta realmente de dos semicalderas unidas que han sido formadas, según la teoría más aceptada, en dos grandes deslizamientos gravitacionales diferentes. Otra imponente es la Caldera de Taburiente, en La Palma. Ocupa aproximadamente la zona central de la Isla, y ha sido originada por una interacción de procesos volcánicos, deslizamientos gravitacionales y erosión por escorrentía superficial.

Entre las más conocidas de Gran Canaria se encuentran las grandes Calderas de Tejeda y de Tirajana, la primera originada por deslizamientos gravitacionales y la segunda por erosión. También se encuentra en esta misma Isla la Caldera de los Pinos de Gáldar, de origen explosivo, y las de Los Marteles y Bandama, ambas creadas por hundimiento.

Uno de los rasgos de identidad más claros del relieve canario que destacan sobremanera, son las formas volcánicas recientes. Los volcanes y las estructuras resultantes de los productos que arrojaron, constituyen uno de los paisajes más atractivos y peculiares de las Islas. Los materiales más jóvenes son los más espectaculares. Se originaron durante las erupciones históricas que afectaron a algunas Islas en fechas no muy lejanas. Se superponen a las estructuras previamente formadas y, en ocasiones, han llegado al mar aumentando la superficie insular. Sobretodo destacan las erupciones históricas de Timanfaya, que tuvieron lugar en la isla de Lanzarote durante los años 1730-1736.

Desde las zonas centrales más elevadas de las Islas nacen la mayoría de los grandes barrancos, que es otro de los rasgos característicos. En algunos lugares donde la erosión ha tenido mayor protagonismo como en los macizos antiguos, forman una densa red que surca todo el espacio, siendo muy estrechos y profundos. Se han generado a lo largo de la historia geológica de las Islas debido a la acción de agentes erosivos externos, principalmente por escorrentía superficial. Cabe citar como hecho llamativo, que la isla de El Hierro es la única del Archipiélago que no tiene barrancos. Esto es debido a su juventud, donde no se ha dispuesto del suficiente tiempo como para que el agua incida tanto en el terreno.

La costa adopta diferentes formas debido al constante proceso de erosión marina al que están sometidas. Sus formas son muy diversas, y en general pueden estar constituidas por imponentes acantilados, por rampas lávicas que llegan hasta el mar formando islas bajas, por franjas costeras rocosas o por grandes playas de arena negra o amarilla.

Acantilados de Los Gigantes. (SG)

Entre los acantilados costeros destacan los de Los Gigantes en Tenerife, los del Andén Verde en Gran Canaria o Los Fariones en Lanzarote, entre otros.

Las islas bajas son también importantes, formadas por lavas que se emitieron desde zonas altas y que se derramaron por acantilados hasta llegar al mar. La lava ganó terreno al mar, constituyendo planicies que ponen en contacto los antiguos acantilados marinos con la línea de costa. Destacan sobretodo en Tenerife y Gran Canaria. En Tenerife, la Isla baja de Los Silos-Buenavista o la de la Punta de Teno, y en Gran Canaria, la Isla baja de Galdar, la de Lairaga o la de Bañaderos.

Isla baja de Lairaga. (TB)

Las playas constituyen uno de los mayores atractivos naturales del Archipiélago. Se han formado por el desgaste que ha provocado la erosión en las costas o por el aporte continuo de arena procedente del Sáhara o de diferentes zonas de las Islas. En las Islas Orientales son más abundantes que en las Occidentales, y predominan las playas de arena amarilla debido al aporte directo de arenas que trae el viento del sureste desde el continente africano. Destacan algunas como las playas del Papagayo y Mujeres en Lanzarote, Corralejo y Jandía en Fuerteventura o Las Canteras y El Inglés en Gran Canaria.

En las Islas Occidentales se dan más las playas de cantos y de arena negra, debido a la juventud de su relieve y a los materiales basálticos de color oscuro que se erosionan. También hay algunas de arena amarilla formadas a partir del desgaste de rocas de origen sálico y color claro. Entre las playas más conocidas se pueden citar la de Puerto Naos y Los Cancajos en La Palma, El Verodal y Las Playas en El Hierro, Playa Santiago y Playa del Inglés en La Gomera y Las Teresitas, Playa Jardín o Playa de Los Cristianos en Tenerife.

En las costas canarias son habituales los roques marinos, resultado del retroceso de la antigua línea de costa por la intensa erosión. Han quedado como restos erguidos que no se desgastaron por la resistencia que ofrecieron estos materiales ante el oleaje. Están presentes en todas las costas canarias, pero hay algunos que por su singularidad y popularidad son conocidos en todo el Archipiélago. Algunos ejemplos pueden ser los Roques de Salmor o el Roque de Bonanza en El Hierro, el Roque de las Tabaibas en La Palma, los Roques de Anaga y el Roque de Garachico en Tenerife o el Roque de Gando en Gran Canaria.

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