Una de las principales características de la vegetación de las Islas Canarias es su distribución en pisos altitudinales. Esto se debe a su compleja orografía, que propicia que en pocos metros de distancia se dan grandes desniveles y cambios de altitud. Tenerife es un buen ejemplo de esta distribución ya que, al ser la isla más alta, presenta todos y cada uno de los pisos altitudinales, desde el costero hasta el montano o de cumbres, que alcanza los 3.718 m.
Estos pisos de vegetación, al igual que en el resto de las islas más altas del Archipiélago (como La Palma o Gran Canaria), se ven matizados por la orientación, que marca la influencia o no de los vientos alisios. Estos vientos provocan la existencia de una vertiente húmeda (noreste) y otra más seca (suroeste), en las que cambian las características de la vegetación.
|
Vegetación del macizo de Anaga, en la vertiente norte de Tenerife. (DM) |
Además, Tenerife posee una gran variedad de microclimas, lo que unido a su accidentado relieve, provoca unos paisajes variados, ricos en especies y, por lo tanto, una gran biodiversidad y originalidad en su flora.
También ha influido mucho, aunque menos que en otras islas, la deforestación masiva de épocas anteriores, ya que muchas especies sufrieron una importante reducción y otras llegaron a desaparecer.
|