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4. CONDICIONAMIENTOS DEMOGRÁFICOS

Con respecto a la situación y dinámica de la población, podemos señalar tres aspectos que han influido en el ser canario:

1.°—LA ENDOGAMIA.—Es decir, el casamiento entre gente del mismo sitio. Se da especialmente en las localidades de los altos o de montaña, en los sitios más incomunicados, en los lugares más alejados o más apartados de las ciudades. También  en las localidades de estilo menos urbano y las que presentan menos actividad económica. Aunque no siempre se dan estas características; por ejemplo, en Los Realejos (Tenerife), el porcentaje endogámico es muy alto, a pesar de su situación y sus características urbanas.
La Gomera es la isla que presenta mayor proporción endogámica, le siguen las demás islas occidentales (Tenerife, El Hierro y La Palma). A continuación Lanzarote, Gran Canaria y la que menos, Fuerteventura.

Una consecuencia de la endogamia es la conservación y acentuación de caracteres físicos y culturales heredados. Si Canarias por su situación y por ser islas tiene un gran papel conservador de razas y culturas, todavía se acentúa más por el carácter aislante de las distintas localidades.

Otra consecuencia es que la endogamia puede contribuir al aumento de anormalidades físicas y mentales.

El fenómeno endogámico está en estrecha relación con el conservadurismo y la dependencia familiar y local. Supone fijación, dependencia hacia la madre, la familia, el pasado, la tierra, el pueblo...

También puede dar lugar a una vi­sión o actitud reducidamente localista, a una mentalidad de «isla».

No obstante, en la medida en que se han ido incrementando y mejorando las comunicaciones, se ha ido, también, reduciendo la endogamia.

Zona de Los Sauces, La Palma. El poblamiento canario es especialmente disperso, aunque cada día las construcciones van agrupándose más y reduciendo la zona de campo.

2.º—LA POBLACION DISPERSA — Es una característica de nuestros campos. No ocurre como en Andalucía o en Castilla donde los pueblos se apiñan. Tan sólo se ve en Fuerteventura. Parece como si el terreno llano fomentara el agrupamiento de las viviendas, al contrario del montañoso y accidentado, que las dispersa tal como ocurre en la zona norte de la Península. Pero en Canarias, en algunas zonas, es todavía mucho más exagerado.

¿Qué explicación o efecto psicológico supondría este fenómeno? En un principio, sentido de independencia. Pero, ¿cómo se explica ese sentido de independencia frente a tantos otros fenómenos de dependencia encontrados?
La psicología del hombre, y mucho más la de un pueblo, es complicada. No basta decir «blanco» o negro», pues en ciertas circunstancias es «blanco», en otras es «negro» y en otras puede ser «gris», aunque pudiendo dominar uno de esos aspectos.

Reserva e introversión

A pesar de que la sociabilidad del canario es evidente, a pesar, incluso, de que existe cierta dependencia afectiva, hay un sentido de aislamiento y de reserva. El mejor ejemplo para ilustrarlo es la extrañeza que algunos peninsulares al tener que trasladarse a vivir a Canarias, han solido mostrar. Observa que el canario es amable y atento en un principio. Se piensa entonces que se puede encontrar la misma familiaridad que se encuentra en Andalucía o en Castilla. Pero luego descubre que eso no es fácil en Canarias. Tiene que pasar cierto tiempo, después de ser bien analizado, para que el canario llegue a ofrecerle familiaridad o amistad. En especial cuando no es muy clara la primera impresión (esa ojeada de arriba a abajo que echa el campesino cuando se le acerca un desconocido).

Perspicacia psicológica

Sobre esto hay que indicar la propensión del canario a sacar una rápida e instantánea foto psicológica del que acaba de conocer, y la verdad es que tiene una gran intuición, una gran capacidad psicológica. A este respecto es ilustrativo este fragmento de Antonio Martí, en «Así habla la Isla»:

«Hace bastante tiempo ya que vinoa la isla un señor con mando, del que mi mujer, apenas lo vio, dijo: "Tiene cara de lambido". Y no se equivocó ni un fisco. Resultó un completo lambido en todas sus cosas. Y es que los lambi­dos abundan aunque hay unos que tie­nen cara de tales y otros que no la tienen».

Moderación social

A pesar de la sociabilidad, hay un fondo de serva y perspicacia en el canario. E.R.  

Aparte de todo, el canario teme y rechaza al lambido (fresco, espabilado y aprovechado) al relambido (desvergonzado, «satisfechón») y sobre todo al confianzudo. Son estas distintas palabras que mantienen la visión perspicaz del canario y que, de alguna forma, nos recuerdan también el espíritu de prudencia y moderación en el trato que tenían los guanches. Son principalmente los hombres del campo los que critican a la gente de las costas y de las ciudades la excesiva frescura y desconsideración.

¿Insolidaridad?

La diseminación de la población y, por lo tanto, el aislamiento, ¿no puede ser una explicación a esa queja que algunos emigrantes manifiestan acerca de la falta de colaboración de los «isleños» entre sí en el extranjero? Comentan que en Venezuela existen distintas colonias (chinos, vascos, árabes, gallegos, italianos, etc.) y en cada una de ellas se da una verdadera fraternidad en cuanto que unos a otros se ayudan a salir adelante, pero que eso mismo no se daba o se daba muy poco entre los propios canarios. ¿Es cierto esto? Puede ser. Pero hay distintos hechos que aparecen como contradictorios, aunque nos pueden iluminar este plantea­miento:

Por una parte se da lo que podemos entender con el nombre de «fraternidad conflictiva», que ya estudiaremos. Se basa en las comparaciones y otros hostigamientos que en la familia se hace entre hermanos y en la calle los adultos hacen a los más chicos. Esto llega a tener repercusión hasta en la actitud hostil que, tradicionalmente, se ha dado entre islas (aunque ésta no es la única razón).

Por otro lado, en cambio, observamos gestos extraordinarios de colaboración a nivel de vecinos como puede ser la ayuda en la cosecha, en la construcción de las casas, etc.

Conciencia como pueblo

Colaboración vecinal en la cosntrucción de una casa. Para ponerle la planta o techo, se aprovechan los domingos o festivos, en que acuden los vecinos para prestar su ayuda. P.H.

Como explicación a esa posible falta de solidaridad de los emigrantes canarios en Venezuela, se puede argumentar que la semejanza del mundo canario al mundo venezolano ha impedido esa conciencia de grupo, pero de todas formas hay que reconocer que el canario tiene falta de conciencia como pueblo. Hay que señalar que la conciencia de pueblo crece en los momentos de crisis o bien con el choque de otros pueblos y otras culturas. Cuando el contacto es a nivel particular o de pasada, no basta para darse cuenta de la propia identidad cultural; tan sólo cuando hay un contacto directo, por choque de frontera, por ejemplo, o por invasiones, hostiles o pacíficas. La condición insular no ha facilitado esa concienciación, pero ha comenzado a crearse cuando ha ido aumentando el número de turistas e inmigrantes.

También es verdad que ha sido muy difícil para el canario ser consciente de su identidad, estando, como ha estado el pueblo, sometido a ese sistema de explotación por parte de otros canarios. Este ha sido su principal problema. Pero si hubiera habido diferencia racial (negros y blancos, por ejemplo) entre explotados y explotadores, la concienciación hubiera surgido rápidamente. Sin embargo ha habido gran semejanza racial por el color de la piel y lo que ocurre en esas ocasiones es que se van contagiando las actitudes, virtudes y vicios, de explotadores y explotados. Y esto lo va heredando el pueblo.

Esto puede significar una psicología de herencia histórica, propia de los pueblos colonizados, con unas relaciones sociales en las que perviva un transfondo de sadismo, agresividad y vanidad, propia de los explotadores, y un trasfondo de queja silenciosa, susceptibilidad, resignación, propia de los explotados.

Todo ello ha venido a colación al tratar de relacionar la diseminación de las viviendas y la actitud individualista del canario.

3.º—LA EMIGRACION.—Es otro hecho típico de nuestras islas. Surge como consecuencia de la densidad de la población y Canarias es de las más densas dentro del territorio español.

La emigración ha sido una constan­te del Archipiélago, pero especialmente en los tiempos malos. El continente americano ha sido el lugar de destino. Particularmente, Cuba y Venezuela. Allí es conocido el canario con el nombre de «isleño». Es curioso; como si no hubiera más islas en el mundo que las Islas Canarias.

Aparte de las aportaciones culturales que supone la emigración, cuando se retorna, hay otros hechos importantes como son los problemas familiares y sociales que se crean.

La experiencia de la emigración, de una forma o de otra, la ha vivido la mayoría de las familias canarias. A través de siglos eso también marca el espíritu de los pueblos. Las consecuencias humanas más importantes son:

a) Se tiende a mitificar lo de fuera e infravalorar lo propio.

b) Hace que, tanto los que emigran como los familiares que se que­dan desarrollen mecanismos neuróticos  o de inaptación, que repercuten negativamente en el ser del pueblo.

La familia de emigrantes

El padre, lejos del hogar y de su tierra, con la incertidumbre y dureza para ganar ese porvenir dichoso que esperaba, se veía afectado por enfermedades digestivas, nervios, posible alcoholismo y olvidando a los suyos.

La madre, que se quedaba como viuda por muchos años, no saliendo y sacrificándose, sacando adelante a los hijos, esperando con ansiedad noticias, imaginando con la distancia lo peor, terminaba, también con mal  humor, tristeza y nerviosismo.

Los hijos, con ausencia de padres y con madres que han tenido que hacer, a la vez, el papel de padre y madre, o bien exagerando el propio papel de madre, se han caracterizado, con frecuencia, por su egocentrismo, caprichos, timidez, inseguridad o comportamientos delictivos.

Esto era más complicado cuando el marido rompía la relación,  dejaba de escribir y se olvidaba de la familia... Muchas tragedias así se han dado en nuestra tierra.

La emigración ha sido la salvación económica de muchas familias pero también la tristeza, el desquiciamiento y el «adiós» de otras muchas.

Playa de Las Américas, Tenerife. Además de la afluencia turística, cada vez hay más gente que establece su residencia en Canarias.  

4.º—LA IMPLOSIÓN FORÁNEA. Este es un fenómeno del que no hicimos mención hace veinte años, ni siquiera hace diez años, en la última revisión de este libro. Sin embargo, lo hacemos ahora porque se ha hecho evidente: Canarias no sólo es visitada por más de ocho millones de turistas al año, sino que, además, cada cinco años se asienta en Canarias una población foránea equivalente a una ciudad de 75.000 habitantes.

Todo esto suscita reacciones y conforma la propia psicología del canario. ¿De qué forma? En principio, el canario se ve estimulado, despertado de su tranquilidad y aislamiento de siglos, viéndose obligado a luchar y competir. También se ve obligado a tener que procesar nuevas culturas y modos de vida, haciéndolas compatibles con la propia. Lo más claro es que el canario está pasando de ser un hombre rural a ser un hombre esencialmente urbano.

  4/8