Al principio del siglo XX surge una narrativa regional que pone de manifiesto la idiosincrasia de lo canario. Ángel Guerra, Miguel Sarmiento y Benito Pérez Armas son ejemplos sobresalientes de este apartado de nuestras letras.
Ángel Guerra (Teguise, Lanzarote, 1874 – Madrid, 1950) Periodista, político y escritor. Residió en varias ciudades europeas por motivo de las correspondencias que cubrió por su trabajo periodístico. Había marchado a Madrid en 1900, ciudad en la que fallecería cincuenta años después. Autor de innumerables artículos, ocupó puestos en la administración del Estado y fue diputado por Lanzarote durante diez años. Su obra creativa está compuesta por cuentos que fueron recogidos en varias ediciones antológicas. Se trata de títulos como Cariños, Mar afuera, Al jallo, De mar a mar o Rincón isleño. Su obra más célebre es La lapa, que apareció en París en 1908. En ella apreciamos claras influencias del regionalismo y el modernismo, donde el mar ocupa un espacio predominante.
Además de sus artículos, Ángel Guerra (pseudónimo de José Betancort Cabrera, tomado de un personaje de Pérez Galdós) escribió libros de política, prólogos y traducciones.
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En la obra de Ángel Guerra, se aprecia la influencia del regionalismo y el modernismo, y en ella, el mar, ocupa un espacio predominante. En la imagen, costa de Famara, en Lanzarote. (FT) |
Miguel Sarmiento (Las Palmas de Gran Canaria, 1876 - 1926) Estudiante de Derecho en Barcelona y colaborador en revistas y periódicos de la ciudad condal, Miguel Sarmiento es autor de una obra narrativa muy bien valorada por la crítica especializada. Títulos importantes como Muchachita (1898), Así (1909), Al largo (1915), Lo que fui (1918), Pino y La Jaira.
Benito Pérez Armas (Yaiza, Lanzarote, 1871 – Santa Cruz de Tenerife, 1937) ya en su juventud comenzó a colaborar en la prensa canaria (Gente Nueva, La Opinión) y tras su marcha a Sevilla para estudiar Derecho, regresa a Canarias, donde continuará con sus colaboraciones en la prensa y trazará un recorrido literario de gran importancia para las letras del archipiélago. Tras dar a conocer varias colecciones de cuentos, aparece en 1901 la novela De padres a hijos, ganadora de los Juegos Florales de la Orotava ese mismo año. Es autor del primer capítulo de la novela a escote Máxima culpa, cuyas entregas ven la luz en el periódico tinerfeño La Prensa en 1915. Una década después publica las novelas Rosalba, La vida, juego de naipes y Las lágrimas de Cumella.
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