El comienzo de la Guerra de la Independencia en 1808 y, el establecimiento en España de las llamadas Juntas para cubrir el vacío de poder, se puede considerar como punto de partida del conocido como pleito insular. La falta de decisión del entonces Comandante General de Canarias, acusado de afrancesado, llevo a la conformación de la Junta Suprema de Canarias, apoyada por todos los Cabildos de las Islas, menos el de Gran Canaria, que conformo el Cabildo General Permanente. A esto hay que añadirle que la Constitución de Cádiz de 1812, nombra a Santa Cruz de Tenerife como capital de la nueva provincia de Canarias, lo que no es bien recibido en Gran Canaria.
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