Esta corriente humana a América no se interrumpió con la Independencia de las colonias, aunque buena parte de ella se dirige preferentemente, en estos siglos, a Cuba, Puerto Rico y Venezuela, fenómeno que continuó hasta tiempos relativamente recientes (década 1950‑60) en que se interrumpió debido entre motivos a los impedimentos políticos de estas países receptores y su desvío a la Europa desarrollada de la posguerra mundial. El fenómeno emigratorio ha sido siempre una válvula de escape ante la amenaza del hambre . Las crisis de los cultivos centrales de exportación coinciden con un alza en las salidas para América. Por ejemplo, el aumento de la emigración entre 1874‑1900 fue provocado por la ruina de la cochinilla.
En estos siglos la corriente emigratoria adquiere otras características y motivaciones. Los países de destino se irán limitando a Cuba, Venezuela y Puerto Rico, aunque cierto número de emigrantes se dirijan también a Uruguay, Brasil y Méjico. Sin embargo, durante el siglo XIX, será Cuba el país que absorberá la casi totalidad de los emigrantes canarios.
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A Cuba, partieron muchos Canarios durante el siglo XIX. Prueba de ello es este pasaporte de un ciudadano canario en La Habana . (MHT) |
La mayoría de estos países necesitaba mano de obra agrícola para el poblamiento de regiones vírgenes y se prefería a los canarios por su renombre de laboriosos y honrados. En el caso de Cuba, había interés por reemplazar la mano de obra esclava por asalariados de raza blanca.
Causas de la emigración
Variadas son las causas que obligaban a los canarios a embarcar para América. Aquí nos limitaremos a enumerar las más importantes. Destaquemos en primer lugar dos factores básicos de emigración que se hallan muy relacionados: el exceso demográfico de las Islas y la carencia de un desarrollo económico que hiciera posible el sostenimiento de esos efectivos humanos. De tal forma, que hambres periódicas azotaban el Archipiélago.
La facilidad de viajar a América, al ser Canarias zona de paso en las rutas transcontinentales, es otra causa de los embarques al Nuevo Continente, por esta razón no era raro que en algunos periodos de fuertes migraciones de los siglos XIX y XX el canario cruzara el Atlántico más de una vez.
Entre los motivos de atracción del continente americano, resaltemos la idea mítica que se tenía de Indias, como lugar donde se hacía una rápida y fácil fortuna. Hasta hace poco se oía en Canarias la frase «¡La’Bana en Cuba!» como expresión de algo sorprendente.
La figura del indiano rico, «cargado de plata», ejercía un fuerte atractivo. Otras veces era la legislación «ad hoc» la que favorecía o impedía las salidas.
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La emigración a América , una constante en la vida histórica del Archipiélago. (DM) |
Emigración clandestina
Tanto si la legislación le era favorable o no, el canario se distinguió, en estos siglos, por la práctica de viajar clandestinamente a América, hasta el punto de que en ciertos momentos no se sabe si la emigración clandestina superó a la que se hacía legalmente.
Estos emigrantes marchaban en los buques extranjeros que recalaban en los puertos isleños. Navieras y capitanes obtenían grandes beneficios al dedicarse a este tráfico, pues al ser ilegal, embarcaban a más personas que las que permitía la capacidad del barco, acarreando con ello tremendas penalidades y muchas veces la muerte a los infelices emigrantes. En ocasiones, a las sombras de la noche, barcos de pescadores transportaban a los emigrantes hasta alta mar, donde el barco velero que esperaba los llevaría a cualquier lugar de la costa americana.
A finales del siglo pasado, el pasaje a La Habana desde Canarias costaba unos veinte duros, cantidad que equivalía aproximadamente a algo más de dos meses de trabajo.
RELACIONES COMERCIALES
El comercio, tanto legal como clandestino, ha sido vital para el Archipiélago. Con Indias, este comercio estuvo siempre presente a pesar de las prohibiciones y cargas que muchas veces pesaron sobre él. Su principal obstáculo era la Casa de Contratación de Sevilla, monopolizadora del comercio con Ultramar.
Casi todo el pasado esplendor de muchos puertos canarios se debe al comercio «indiano». Entre estos puertos se podrían citar San Sebastián de La Gomera, Santa Cruz de La Palma, Garachico, Puerto de La Orotava (actual Puerto de la Cruz), etc.
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Al amparo del comercio ‘indiano’ se desarrollaron muchos puertos del Archipiélago. Imagen de Santa Cruz de La Palma . (FEDAC/Cabildo de Gran Canaria) |
EL CANARIO EN AMÉRICA
El canario que pisaba tierra americana por primera vez prefería dedicarse a las labores agrícolas, sin que ello suponga no encontrar isleños en las más diversas profesiones y actividades.
En Cuba, el cultivo del tabaco estaba en manos de los canarios, cultivadores que recibían el nombre de «vegueros». Las plantaciones de caña e ingenios ocupaban a buena parte de los inmigrantes canarios. Los que no se dedicaban a la agricultura se repartían en un sinnúmero de oficios, entre los que sobresalían los de vendedores ambulantes, «billeteros» y «baratilleros». En Venezuela, más recientemente, era popular el «carrito isleño» dedicado al comercio ambulante por las calles.
Los primeros momentos de la vida del inmigrante canario en tierras americanas resultaban muy difíciles.
Como consecuencia de los abusos y del cuantioso número de inmigrantes, surgen asociaciones y publicaciones encaminadas a brindar apoyo económico y moral a los residentes isleños. En Cuba, por ejemplo, aparecen, a finales de siglo, publicaciones como El Eco de Canarias o La Voz de Canarias, aparte de asociaciones de signo benéfico.
En Venezuela pervive una de las instituciones de emigrantes más importantes de toda Latinoamérica: el Hogar Canario‑Venezolano de Caracas.
CANARIOS ILUSTRES EN AMÉRICA
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En los siglos XVI y XVII destaca el Padre Anchieta, apóstol del Brasil, José Francisco de Arce, misionero en Paraguay, y el Hermano Pedro Bethencourt, apóstol de Guatemala.
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Beato Jose de Anchieta por Domingo de Quintana. El Padre Anchieta desarroll� su labor en Sudam�rica, principalmente en Brasil. (MHT) |
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En el siglo XVIII sobresalen José González Rivas, arzobispo de Lima, y Luis Gonzaga de la Encina, nacido en Las Palmas y obispo de Arequipa; los hermanos palmeros Antonio José Álvarez Abreu y Pantaleón Álvarez Abreu. El primero, miembro del Consejo de Indias, y el segundo, obispo de Puebla de los Ángeles (Méjico). El prelado lagunero Álvarez de Abreu y Valdés ocupó el obispado de Antequera en Oaxaca (Méjico). Otro lagunero, Francisco Javier Machado y Fiesco desempeñó la Secretaría del Virreinato de Méjico. Francisco Dávila Orejón, natural de La Gomera, fue gobernador de La Habana y Antonio Porlier, nacido en La Laguna, fiscal en la Audiencia de Lima.
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Otros canarios destacados durante este siglo son Lorenzo de la Torre Barrios, lagunero, técnico de minas en el Perú, y Juan de Vinatea, natural de La Palma y que alcanzó también cierto renombre en este país. En Venezuela, cabe citar al tinerfeño Nicolás Eugenio de Ponte y Hoyo, que ocupó el cargo de Gobernador de Caracas. Igualmente hay que citar al canario Juan Francisco León, que se subleva contra el monopolio comercial de la Compañía Guipuzcoana de Caracas.
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Durante el siglo XIX los canarios participan también en las luchas por la emancipación americana, bien tomando partido por los independentistas, bien como combatientes en el ejército colonizador.
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En el bando de los realistas españoles, mencionemos a los generales Monteverde y Morales, tinerfeño uno y grancanario el otro, que lograron fama y honores en las diversas campañas militares. Por parte de los insurrectos también bullía sangre canaria: el padre de Francisco de Miranda, héroe venezolano, natural de La Orotava (Tenerife). El General Artigas, padre de la independencia uruguaya, nieto de mujer canaria. La madre de José Martí, el famoso pensador cubano, nació en Santa Cruz de Tenerife. Los insurrectos cubanos llegaron a contar hasta con seis generales canarios; uno de ellos, Manuel Suárez Delgado, se hizo muy célebre.
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En el campo de la náutica sobresalen los nombres de Tomé Cano, nacido en Gran Canaria, y del Almirante Antequera, natural de Tenerife. Otro marino ilustre fue el palmero Díaz Pimienta.
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Hasta la actualidad han seguido destacando en todos los campos canarios en América, especialmente en Venezuela. Son también muchos los que con ascendencia canaria figuran como grandes personajes. Entre ellos están, concretamente en Venezuela, el filólogo Andrés Bello y los ex-presidentes de la República Rómulo Bethancourt y Rafael Caldera.
INFLUENCIAS MUTUAS
En muchos aspectos existen similitudes entre las formas de vida americana y canaria, fenómeno que no debe extrañarnos si pensamos en las interrelaciones de toda índole habidas entre ambas comunidades.
La Conquista de Canarias fue como el primer experimento ultramarino de Europa. Los sistemas de conquista y colonización no difieren, en gran manera, en ambos lados del Atlántico.
De Canarias salían rumbo a América hombres, animales y plantas. La presencia humana en el Nuevo Continente es tan notoria que ya en los primeros años del siglo XIX Simón Bolívar en un manifiesto decía: «peninsulares y canarios». Son frecuentes los topónimos canarios en América: Candelaria, en Puerto Rico; Realejo, en Nicaragua; Gomera, en Guatemala; etc. Es rara la familia canaria que no tiene parientes en América .
De Canarias saldrán para Indias los primeros plátanos, ñames, caña de azúcar, caballos y cerdos. Los camellos no llegaron a reproducirse. De allí vendrán también plantas americanas de todas las especies y que se adaptaron perfectamente en el Archipiélago: papas, tomates, tabaco, maíz, piteras, tuneras, etc.
De igual manera que los canarios trasplantaron allí, sobre todo a Venezuela y Cuba, sus costumbres y habla, así también los «indianos» que vuelven vienen cargados de muchos modos lingüísticos o americanismos.
Canarias debe parte de su singularidad a la presencia de lo americano en su modo de vida.
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La presencia canaria en América también se traduce en la llegada al Nuevo Continente de alimentos hasta entonces desconocidos como el plátano. (FTR-FR) |
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