La huella de la actividad económica canaria durante siglos se manifiesta en objetos, edificaciones o lugares. Son ejemplos vivos de los distintos momentos a los que los canarios han tenido que irse adaptando y procurando su supervivencia y bienestar.
Los graneros de la economía guanche: Los agadires o graneros eran depósitos colectivos, aprovechando las oquedades de las rocas en zonas altas, donde los aborígenes de Gran Canaria almacenaban los excedentes de la producción, especialmente cereales. Representan una economía sencilla y cooperativa. El más espectacular es el Cenobio de Valerón (Guía). Otros menos conocidos son los de El Álamo (Acusa, en Artenara), La Audiencia (Temisas, en Agüimes) o Cuevas Muchas (Guayadeque, en Ingenio).
|
Las piedras circulares eran uno de los componentes que conformaban el molino de gofio. (SG) |
El molino de gofio: El gofio, además de sus cualidades alimenticias, supone un alimento duradero y, por lo tanto, de economización de recursos. Para realizar la preparación del gofio, los guanches de todas las islas tostaban primero el grano en vasijas de barro y luego lo trituraban mediante molinos de mano. Estos molinos estaban formados por dos piedras circulares, entre las cuales colocaban el grano y, haciendo rodar la piedra superior con un palo, el grano se convertía en polvo de gofio, dispuesto para ser comido, una vez amasado con agua o leche.
El ingenio azucarero: Fábricas para la explotación de la caña de azúcar, de cuyo jugo o guarapo, por calentamiento, se obtiene esa sustancia sólida, blanca, cristalizada y muy dulce. Son el símbolo de la principal fuente económica de Canarias después de la Conquista. En el paisaje de las Islas, se pueden divisar todavía algunos de esos ingenios, como el de Daute, en Los Silos (Tenerife), donde sobresale la gran chimenea de sus hornos. En este proceso se utilizaban grandes cantidades de madera, extraída de los bosques de laurisilva.
El Lagar: En un segundo momento de la historia de la economía isleña, aparece el cultivo de la vid y la exportación de vinos, especialmente hacia Inglaterra. El lagar es el símbolo de esa explotación para exprimir la uva y obtener el mosto del futuro vino. En un cuadrilátero de tea, que se conserva en muchos lugares de las Islas, con una gruesa viga central taladrada en uno de sus extremos por otra viga torneada que, girándola, permite que los restos de uva pisada, queden prensados y exprimidos al máximo.
|
Las tuneras son un testimonio vivo de lo que un día fue una de las principales fuentes económicas del Archipiélago. (Archivo de Fotografía Histórica de Canarias. FEDAC/CABILDO DE GRAN CANARIA) |
Colonias tuneras: En el paisaje de las islas aparecen, de vez en cuando, grupos de estas plantas de hojas carnosas y cubiertas de picos, cuyo fruto es conocido como higo chumbo, tuno o pico. Son residuos de su explotación en el siglo XIX y testimonios del tercer momento histórico del monocultivo y de la economía canaria. La cochinilla es el parásito que anida en las tuneras y se alimenta de su savia, siendo comercializado para la obtención de tintes rojizos.
Secaderos de tabaco: Desde finales del siglo XVIII, había sido introducido el cultivo del tabaco. Constituyó una de las industrias de mayor significación en las islas. En la actualidad, ha ido decreciendo, pero sigue existiendo elaboración artesana de puros en la isla de La Palma. Los tendederos, al igual que el secado de la ropa, formados por liñas o cuerdas para colgar las hojas de tabaco y secarlas, son el legado de esa explotación.
Empaquetados de plátanos y tomates: Hundido el negocio de la cochinilla, predominará durante todo el siglo XX el cultivo y exportación del plátano y del tomate. Los empaquetados son su testimonio. Son largas naves, donde se embalan los plátanos o los tomates para su posterior transporte. La piña de plátano era cubierta por un papel grueso, pero previamente se le colocaba como protección, entre sus manillas, pinocha, o pinocho, de los pinos o envoltorios de papel. Hoy día se utilizan métodos más sofisticados. Los tomates se clasificaban según su tamaño mediante unos moldes de madera o metal y luego se empaquetaban en cajas.
Invernaderos: Las pocas llanuras de las Islas, teñidas antaño de verde, hoy se cubren de reverberantes plásticos, como falsos lagos, producto de una época en busca del mayor rendimiento posible.
Hoteles: En las costas canarias, miles de luces brillan en la noche, enmarcando la silueta de estos edificios gigantescos. Es un ejemplo de la productiva economía canaria, después del último tercio del siglo XX. Algunos son auténticas ciudades en miniatura, con todo tipo de servicios, como centros comerciales y de ocio. Otros se llegan a convertir en símbolos del arte más contemporáneo. Y el resto, desgraciadamente, sólo son verdaderas moles de cemento.
Texto basado: HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ, P., (dir y coord), Conocer Canarias. Mil preguntas y respuestas para disfrutar, Tafor Publicaciones, Santa Cruz de Tenerife, 2006, p 51-52.
|