Buscar
Búsqueda avanzada
  1. MUNDO Y VIDA DE LOS ANTIGUOS CANARIOS    
 
    Índice de contenidos
    Temas relacionados
    Enmarque del tema
    Complementos
    Material multimedia
      Imágenes
      Videos
      Animaciones
 
    Léxico
    Artículos de ampliación
    Aportaciones externas
    Notas eruditas
    Orientaciones y debate
    Bibliografía
  Versión para imprimir Escuchar artículo Metadata Patrocinadores Aumentar letra Disminuir letra  


20. MORTALIDAD Y PRÁCTICAS MÉDICAS



LOS ENTERRAMIENTOS

El culto a los muertos tiene un valor especial entre los guanches. El respeto por el muerto y la creencia en otra vida hacen que prodigaran de cuidados a los cadáveres en sus enterramientos.

Éstos podían ser en cuevas o en túmulos (Gran Canaria), de acuerdo con las distintas culturas que convivían en las islas. En La Palma parece que se practicaba la cremación de los cadáveres. Sin embargo, se han encontrado dos cadáveres momificados. En La Gomera era ritual colocar al cadáver de lado y en forma fetal. Los enterramientos en cuevas sepulcrales podrían ser momificando o no a los muertos. La cueva funeraria iba albergando distintos cadáveres en épocas diferentes. En torno al cadáver se depositaban cuentas de collar, bastones, punzones, tabonas, etc. Se trata del ajuar u ofrenda funeraria.

El cadáver era transportado en una larga pieza de tea, cuyo nombre parece ser «chajasco». En zonas del Sur de Tenerife se siguía utilizando este término para referirse al cadáver.

Muchas veces el suelo de la cueva era acondicionado con lajas y relleno para que quedara en perfecta horizontalidad el cadáver. Se colocaban unos tablones, algunos, perforados con unos agujeros. En la parte de la cabecera, algunas lajas de piedra para reposar la cabeza. Sobre los tablones se ponía un lecho de hierbas, especialmente aromáticas, como era el tomillo; y sobre esta yacija quedaba el cadáver. En las cuevas funerarias de la montaña, en lugar de tablones, se encuentra un lecho de ramas y troncos. Ambos tienen la finalidad de conservar mejor la momia librándola de la humedad del suelo.

LOS EMBALSAMAMIENTOS

En pocos lugares de la tierra se ha practicado la momificación de los cadáveres. En la antigüedad, en Egipto y Perú. En la actualidad, se ha venido practicando en Rhodesia, Ruanda y Sudán oriental. El estilo de embalsamamiento de los guanches parece influenciado por el tipo más arcaico usado en Egipto. Recordemos que hay aspectos lingüísticos, lúdicos (lucha canaria) y este mismo de las momificaciones que manifiestan una influencia cultural líbico­egipcia. En Canarias se conservaba esta práctica cuando en Egipto ya había desaparecido (fenómeno de marginación). Sin embargo, hay que apuntar el hecho de que la momificación canaria se diferencia de la egipcia en que los guanches no extraían las vísceras del cuerpo.

Características

El embalsamamiento parece ser un signo externo de categoría social. Existían personas especializadas en este oficio. Aparecen momias de hombres, algunas mujeres, niños e incluso, de perros. En Tenerife y Gran Canaria es donde hay más muestras de su uso. Muchas de estas momias han sido llevadas a museos extranjeros. En los museos de Santa Cruz de Tenerife y de Las Palmas de Gran Canaria se pueden apreciar varios xaxos, que es el nombre que los guanches le daban a la momia.

Técnica de momificar

¿Cómo era la técnica de momificación? Fray Juan Abreu de Galindo (S. XVII) la expone así: «Cuando morían, tenían esta cos­tumbre y orden en sus entierros, que había hombres y mujeres que tenían oficio de mirlar (embalsamar, secar) los cuerpos, y a esto ganaban su vida, de esta manera que, si moría hombre, lo mirlaba hombre, y la mujer del muerto le traía comida; y si moría, mujer, la mirlaba mujer, y el marido de la difunta le traía la comida; y servían éstos de guardar el cuerpo difunto para que no le comieran los cuervos, guirres y perros. Y la manera de mirlar los cuerpos era que llevaban los cuerpos a una cueva y los tendían sobre las lajas y les vaciaban los vientres, y cada día los lavaban dos veces con agua fría las partes débiles, sobacos, tras las orejas, las ingles, entre los dedos, las narices, cuello y pulso. Y después de lavados, los untaban con manteca de ganado y echábanles carcoma de pino y de brezo y polvos que hacían de piedra pómez, para que no se dañasen. Y, estando el cuerpo enjuto sin ponerle otra cosa, venían los parientes del muerto, y con cueros de cabras o de ovejas sobados los envolvían y los liaban con correas muy luengas, y los ponían en las cuevas que tenían dedicadas para ello, cada uno para su entierro y esto tenían los inferiores del rey, que donde quieran que morían, lo habían de llevar su sepultura, donde tenía sus pasados; a los cuales ponían por su orden para que se conociese y así los   ponían fajados y sin cubrirles con cosa   encima».

Entre las momias encontradas las hay que han sido preparadas minuciosamente y otras, con gran descuido por parte de los embalsamadores. Las cavidades de algunas momias, al no estar vacías, han permitido efectuar análisis al contenido intestinal de algunas de ellas.

MOMIA DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO DE TENERIFE. El Museo de la Naturaleza y el Hombre es un referente a nivel mundial en lo que se refiere a conservación de momias. M.C.A.

MORTALIDAD

Se sabe que los guanches podían llegar a tener una larga vida. Según una publicación del Instituto Canario de Bioantropología realizada por Mercedes Martín y Conrado Rodríguez la esperanza de vida de los antiguos canarios es de entre 30 y 40 años, una media superior a la de muchas poblaciones europeas y norteafricanas de su época.

LONGEVIDAD DE LOS GUANCHES. De los 167 cadáveres del paleolítico Superior y del Mesolítico examinados por Vallois, sólo existía un 1%, aproximadamente, mayores de 60 años; mientras que de los 671 cadáveres guanches estudiados por Schiwdezky y Hooton, había un 19% de mayores de 60 años.

Ilse Schwidetzky, independientemente de su cuestionamiento desde el punto de vista racial, no deja de ser interesante por sus estudios, respecto a la longevidad de los guanches. En concreto, su estuido lo basó en centenares de cráneos en Tenerife, llegando a la siguiente conclusión: «Se confirma la noticia de Viera y Clavijo según la cual, entre los guanches, algunos alcanzaban una edad avanzada. Su vitalidad era mayor que las otras poblaciones [de similares circunstancias]. La mortalidad de las mujeres en edades inferiores no sobrepasa, como en otras series [comparadas], la de los varones; antes bien, las mujeres eran de más larga vida que los varones como en las modernas poblaciones civilizadas. Hay una diferencia asegurada de la mortalidad entre el norte y el sur: en el sur seco, pobre y escasamente poblado, morían los hombres, por término medio, antes que en el norte, más fértil, más densamente poblado y más rico en lluvias».

LONGEVIDAD DEL GUANCHE SEGÚN SEXO Y ZONA. Las mujeres vivían más que los hombres en el pueblo guanche. Esto que es lo normal en las sociedades actuales, no lo era, ni lo es, en sociedades primitivas. Por las mejores condiciones de vida, las poblaciones del Norte de la isla presentaban una mayor proporción de ancianos.

PRACTICAS MÉDICAS

En cuanto a las prácticas médicas, Viera señala: «La manteca de cabras añeja, que conservaban largo tiempo debajo de la tierra para purificarla, era como la base de sus recetas y su panacea universal. El suero de la misma leche era su catártico, y las hierbas, de cuyas virtudes tenían algún conocimiento, eran todos sus simples. No tenían otro específico que la miel del mocán, para sus dolores pleuríticos y diarreas. Sajábanse con navajas de pedernal y cauterizaban las heridas con raíces de junco, humedecidos en manteca de cabra hirviendo».

CRÁNEO CON TREPANACIÓN.Las trepanaciones suponen agujerear el hueso del cráneo. Se hacían con vivos y con muertos. Con vivos, con fines curativos. M.C.A.

El Dr. Bosch Millares ha investigado las enfermedades y las prácticas quirúrgicas y médicas de los primitivos pobladores canarios. Ha podido deducir que no existía la sífilis antes de la llegada de los conquistadores. Estudia a través de los huesos, fracturas, deformaciones, tumores, protuberancias y reumatismo. Esta última enfermedad tan típica a causa del frío y de la humedad.

Respecto a las operaciones practicadas, cuyas señales constan en los huesos, aparecen las escarificaciones, cauterizaciones y las trepanaciones. Las escarificaciones consisten en cortar con instrumentos afilados la piel y profundizar hasta rayar el hueso craneal, posiblemente, para aliviar los dolores de cabeza, convulsiones y obsesiones, que permitieran salir a los espíritus malignos causantes del mal. Por eso dice Viera que «se sajaban con navajas de pedernal». Las cauterizaciones eran las curas para atajar las heridas o corregir las infecciones. Viera indica que para ello usaban «raíces de junco, humedecidos en manteca de cabra hirviendo». Las trepanaciones suponen agujerear el hueso del cráneo. Se hacían con vivos y con muertos. Con vivos, con fines curativos. Por radiografía se puede apreciar si vivieron o no después de la operación, observando si hubo o no cicatrización del hueso. En algunos casos se deduce la muerte rápida, en otros, se observa que llegan a durar meses, y en otros, más de un año. Ello se comprueba por el grosor de la cicatriz.

Las trepanaciones en muertos, en otras culturas, servía para extraer la masa cerebral para luego ser comida. También era utilizado como sustancia resinosa capaz de momificar el cadáver. Ni de una forma ni de otra era utilizada entre los aborígenes canarios. Parece ser que las trepanaciones realizadas por éstos era para obtener polvo de hueso destinado al tratamiento de ciertas enfermedades.

MEDICINA VEGETALES DE LOS GUANCHES

Para curar sus enfermedades, los isleños se valían de ciertos recursos terapéuticos proporcionados por el medio natural, de entre los cuales destacaban un buen número de plantas medicinales.

Por ejemplo, de las hojas del cardón extraían una especie de jugo blanco, amargo y nauseabundo, cuyo tufo era utilizado para despertar a los que permanecían dormidos. Esa misma leche, convertida en polvo, se aplicaba de forma externa para tratar las caries y las heridas producidas durante las sangrías. Por su parte, la resina de la tabaiba dulce, una vez coagulada, se masticaba para desalivar y fortalecer la dentadura, mientras que el líquido de la tabaiba salvaje, pegajoso, acre y de olor desagradable, era empleado para cauterizar empeines. La corteza de esta misma planta se aplicaba sobre las articulaciones enfermas para que actuase como revulsivo, produciendo la irritación de la piel y la posterior formación de úlceras que supuraban abundantemente. Dicha práctica siguió siendo de uso habitual en el campo isleño a la hora de tratar la artritis crónica, antiguas luxaciones o fracturas cuya articulación no acababa de funcionar correctamente.

La sangre de drago se ingería para sanar disenterías y hemorragias del tubo digestivo, y se bebía con leche fría y desnatada como remedio contra la colitis. También se aplicaba de forma externa para secar y cicatrizar úlceras o para fortalecer las encías y los dientes.

El fruto del mocán, la yoya, era utilizada en la elaboración del chacerquén, una especie de miel que servía para quitar dolores y náuseas, pero también como astringente tras ser mezclado con la corteza del propio árbol. Además, se tomaba mezclado con el zumo de otras hierbas medicinales y con el suero de la leche, al que los isleños atribuían efectos laxantes.

Así mismo, se empleaba la tisana de greña, por sus cualidades diuréticas; las infusiones, conservas y jarabes de borraja, como sudorífero y expectorante; la miel de palma, como derivativo y el guarapo como refresco.

Obtenido de www.mundoguanche.com

  20/22