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En pocas palabras

La sociedad canaria, arrastrando la indigencia propia de los cambios culturales de una conquista y los siglos de colonizaci�n, se caracteriz� por un alto nivel de analfabetismo hasta principios del siglo XX. Sin embargo, qued� como legado un gran n�mero de poemas y romances transmitidos oralmente de generaci�n en generaci�n. Este tipo de expresi�n literaria se empleaba principalmente en las conversaciones (rimas) y en las fiestas (parodias o libreas).

En la historia de la literatura canaria, ha sido constante la actitud de partir o inspirarse en la realidad isle�a. Tambi�n en remarcar los rasgos de identidad. Incluso, algunos se�alan la existencia de aspectos diferenciadores de la literatura que se hace en Canarias. Otros, sin embargo, se han mostrado cr�ticos y detractores de tal identidad local, promoviendo el cosmopolitismo y la universalidad.

Ejemplos de esa inspiraci�n en lo canario, figuran desde los inicios de esa literatura, resaltando las propias ra�ces, Bartolom� Cairasco y Antonio de Viana en la Historia de la Conquista, rebosando amor a la tierra y a la raza guanche. M�s tarde, a finales del siglo XIX, surgen numerosos poetas que glorifican lo tradicional, lo costumbrista e id�lico, como hizo la Escuela Regionalista de La Laguna. Tambi�n aparece, al final del primer tercio del siglo XX, un realce de lo canario, remarcando esa realidad pero de manera cr�tica. �ste es el caso del Movimiento Indigenista que tiene su mayor fuerza en la pintura y en la arquitectura, a trav�s de la Escuela Luj�n P�rez, en Las Palmas de G.C.

Pérez Galdós, uno de los mejores novelistas de la narrativa española. Cuadro de José Aguiar

Incluso, cuando se ha querido acentuar el car�cter universalista y vanguardista, lo canario, como tema y como estilo, ha estado presente en los distintos autores. Por ejemplo, en la obra erudita y cr�tica, durante la Ilustraci�n, de Viera y Clavijo; en la propia narrativa realista de P�rez Gald�s; en el surrealismo de Agust�n Espinosa, primer narrador surrealista espa�ol; en las poes�as vanguardistas y sociales de Pedro Garc�a Cabrera, en la narrativa social de Alonso Quesada o en �Guad� de Alfonso Garc�a Ramos. Ello, sin dejar de citar a Carlos Pinto Grote, con su �Llamarme guanche�; o a los Fetesianos y, en concreto, a Rafael Arozarena con su �Marar�a� o su poema �Mar�a la de Fem�s�.

Es l�gico, por �ltimo, que, despu�s del silencio que dej� el franquismo, surgiera el Manifiesto de El Hierro, proclamado por numerosos intelectuales, en el intento de dignificar y remarcar la propia realidad literaria y art�stica de lo canario.

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