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  8. FOTOGRAFÍA Y CINE EN CANARIAS    
 
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Panorámica del cine canario actual (1996-2008)

Introducción

A partir de finales de los 90 el cine realizado en Canarias o hecho por directores canarios vive su momento de mayor actividad. El número de largometrajes ha aumentado considerablemente, aunque su ritmo es irregular, y todavía no se puede hablar de una industria plenamente consolidada, aunque cada poco tiempo surge un puñado de producciones destacadas.

El campo que mayor transformación está experimentado es el del cortometraje. A partir de los éxitos de finales de los 90, sobre todo a raíz de Esposados (1996), el número de directores y de festivales se multiplica cada año, destacando experiencias pioneras como El Festivalito (Festival Internacional de Cine Digital/Chico de la isla de La Palma), el Certamen Canarias Rueda o el Catálogo Canarias en Corto (realizado por el Gobierno de Canarias para difundir algunos trabajos en el exterior). En general, se está viviendo la gran ‘revolución’ que supone el cine digital. Al abaratarse drásticamente los costes de producción, aparece cada año un gran número de obras. Todo ello hace que poco a poco se están modificando los procedimientos tradicionales para hacer películas.

Largometrajes de fin de siglo

Cartel de Fotos, de Elio Quiroga. (Filmoteca Canaria)

Uno de los largometrajes más interesantes de este período es la deslumbrante y turbadora óperaprima de Elio Quiroga, Fotos (1996). La película se centra en el universo de una joven obsesionada con la virginidad, visualizado a través de la imaginería religiosa, y la relación que establece con un joven fotógrafo. Fotos sorprendió a muchos en los festivales de Sitges y Berlín, y se ha convertido en una auténtica película de culto.

Poco después llegaron dos películas menos afortunadas, Piel de cactus (1997) y La isla del infierno (1998). La primera es el salto al medio audiovisual de Alberto Omar Walls, autor y director de teatro. Por su parte, La isla del infierno -del tinerfeño Javier Fernández Caldas, premiado cortometrajista de El último latido (1993) y Frágil (1995)-  está basada en la historia de un esclavo guanche, que ha pasado sus últimos 20 años de cautiverio en la Península e intenta volver a su isla, como polizón, en un barco que va a una extraña expedición en las Islas del Cabo Verde, pero un imprevisto les conducirá hasta la Isla del Infierno.
En 1998 aparece Mambí, la segunda película de los Hermanos Ríos, nuevamente relacionada con la identidad canaria. Mambí muestra, bajo la mirada del joven Goyo, los despropósitos de la Guerra de Cuba de 1898. Alistado a la fuerza por el Ejército español para luchar en la Isla contra los mambises (cubanos independentistas), Goyo se enfrenta a un viaje traumático, a la crueldad y a las injusticias de las tropas españolas. Pese a este planteamiento argumental, no tuvo el éxito que se esperaba de ella.

El mismo año se estrena Mararía (1998), una de las grandes novelas canarias escrita por Rafael Arozarena, cuya adaptación cinematográfica por parte de Antonio Betancor estuvo muy lejos de los niveles de literarios del original, pese a ciertos méritos, como la fotografía (ganadora del Premio Goya), el descubrimiento de la actriz protagonista (la canaria Goya Toledo) o la emotiva música de Pedro Guerra.

Seis cortos de éxito

A finales de la década de los 90 sobresalen tres cortometrajes de enorme calidad y éxito en festivales internacionales. En 1996 se estrena Esposados, de Juan Carlos Fresnadillo, una complicada producción que tardó varios años en terminarse, pero que supuso la primera nominación para España en los Oscar al mejor cortometraje de ficción. Una historia de cine y humor negro, de rebuscada puesta en escena, que se convirtió por su éxito en un verdadero punto de inflexión del cine canario. Al año siguiente llegaba La raya(1997), dirigido por Andrés Koppel, un emotivo relato sobre la pérdida del meridiano cero de la punta de Orchilla (El Hierro), contado a través de la perspectiva de su viejo farero (interpretado por Saturnino García). Y en tercer lugar Ruleta (1999), dirigida por el madrileño Roberto Santiago a través de la productora tinerfeña La Mirada (una de las más activas durante los últimos años), original historia con un particular sentido del humor.

Algunos años después, volvieron a repetirse los éxitos y el reconocimiento internacional. Aunque son varias las obras y los autores, destaca El Intruso (2005) de David Cánovas, un film construido sobre seis planos-secuencia de brillante ejecución, y que fue nominado a los premios Goya 2006 en la categoría de Mejor Corto de Ficción. La noche de los feos (2006) de Manuel G. Mauricio, está basado en un relato de Mario Benedetti y también fue nominado al Goyas de 2007, en este caso, el mejor cortometraje de animación. El más premiado ha sido Nasija (2007) de Guillermo Ríos, inspirado en el caso de la africana Safiya Husseini y ganador de más de 50 premios en certámenes internacionales. Sobresale su cuidado diseño de producción, la fotografía y la dirección artística, que lleva a transformar los exteriores de Tenerife en un país del África negra, aunque se le puede achacar un montaje demasiado frenético, más cercano al videoclip. En cualquier caso Nasija es una obra tremendamente efectiva, y muy útil para denunciar el maltrato al que es sometida la mujer en algunas culturas de África.

Largometrajes recientes

Con el arranque del nuevo siglo, Juan Carlos Fresnadillo pudo entrar en el terreno del largo con Intacto (2001), un thriller que parte de una buena premisa argumental: la buena suerte de unos se construye sobre la mala suerte de otros, pero que se desinfla a medida que avanza la película más por fallos de guión que de dirección, pues Fresnadilo demuestra otra vez su buen pulso narrativo, avalado con el Premio Goya al mejor director novel. En 2007 Fresnadillo dio el salto a las superproducciones internacionales al dirigir 28 semanas después.

También alcanzó el salto al largometraje, Roberto Santiago (nuevamente bajo la producción de La Mirada) con Hombres Felices (2001), una original comedia sobre el machismo, de la que destaca la creación de brillantes diálogos o situaciones aisladas (como la escena inicial), ya que el guión adolece de una gran falta de coherencia y solidez narrativa de conjunto, algo que sí ha logrado con El penalti más largo del mundo, su segunda película pero ya fuera de Canarias.

Diez años después de Fotos, Elio Quiroga regresó con La hora fría (2006), un film menos arriesgado, aunque muy solvente dentro de los parámetros del género de terror y la ciencia ficción. Se debe resaltar la atmósfera visual que logra crear, lo que demuestra que Quiroga es mucho mejor director de imágenes que de actores, ya las mayores debilidades de esta película son el guión y las interpretaciones de los actores.
Con todo, ha sido vendida a más de 15 países.

Ángela Molina, una de las actrices de La Caja, de Juan Carlos Falcón. (Aiete Ariane producciones)

De las películas canarias realizadas en la actual década, La Caja (2006) es la que ha logrado un mayor respaldo de la crítica. Se trata de la ópera prima del grancanario Juan Carlos Falcón, que venía haciendo cortometrajes desde 1995, entre los que destacan Yo look tu look (1998) y O me quieres o me mato, (1999). Está inspirada en la novela Nos dejaron el muerto (de Víctor Ramírez), y ambientada en un pequeño pueblo canario de los ’60, donde muere Don Lucio, un vecino odiado por todos, y del que su viuda se desentiende para endosarle el velatorio a su vecina. Todo ello provoca algunas situaciones originales, mezcla de drama y comedia, con ecos de Berlanga y Almodóvar. Aunque el guión adolece, nuevamente, de cabos sueltos y caminos ya muy trillados (como la historia de amor con Vladimir Cruz). Pese a todo, La Caja ha obtenido numerosos premios internacionales, como el Zenith de Oro al mejor largometraje de un director novel en el Festival de Cine de Montreal.

En el apartado de cine de animación, destacan los cortometrajes del grancanario Damián Perea, nominado al Goya al mejor corto de animación en 2001 por Podría ser peor y autor así mismo de  Locos por el cine, y el largometraje de Juanjo Ramírez, cineasta sevillano criado en Fuerteventura, Gritos en el pasillo, realizado en la isla majorera con la participación en la producción y en la dirección de fotografía del grancanario Alby Ojeda .

Por otra parte, hay que considerar dos obras de escaso presupuesto e inexistente carrera comercial fuera de Canarias pero con aspectos interesantes: La vida según Ofelia (2007, Rolando Díaz) y El vuelo del Guirre(2007, Hermanos Ríos). Ambas películas dibujan realidades actuales de las Islas, donde aparece el carnaval, la emigración que retorna, la juventud, el choque generacional, las madres solteras, etc. Películas pequeñas e irregulares, pero al mismo tiempo llenas de sencillez, humanidad y exentas de todo artificio.

Finalmente, aparece Oscar. Una pasión surrealista(Lucas Fernández, 2007), la película más cara en la historia del cine canario. El filme está basado en la vida del pintor ‘maldito’ Oscar Domínguez, quien fue compañero de Picasso y Dalí en la época de las vanguardias de entreguerras. La historia se sitúa en dos tiempos: el París de la primera mitad del siglo XX, donde se narra la vida del artista (Joaquim de Almeida), y el momento actual, donde una enferma terminal (interpretada por Victoria Abril) busca un cuadro perdido del pintor. La película ha logrado coproducción y ventas con numerosos países extranjeros, posee unos innegables méritos de producción, algunas escenas resultan visualmente llamativas y destaca por la actuación de dos actores canarios, Paola Bontempi y José Luis de Madariaga. Sin embargo, la valoración de los críticos es controvertida, como se aprecia en el siguiente artículo de ampliación.

Café parisino de principios de silgo XX recreado en Oscar. Una pasión surrealista. (Reportline y Mundo ficción)

Documentales

Dentro del panorama actual es necesario detenerse brevemente en el campo de la no ficción, es decir, en el documental. La creación en Tenerife de un festival específico y de calidad como es MiradasDoc (llamado Docusur en las primeras ediciones) certifica el auge del género.

El director más prolífico en este terreno es David Baute, realizador de numerosos y premiados documentales, con los que ha logrado dar una nueva dimensión al género. Su cámara se ha centrado en multitud de realidades de la sociedad canaria, como la inmigración (Somos todos), el silbo gomero o la Guerra Civil en las Islas (La memoria silenciada), además de posarse en casos concretos, como en Pedro de Betancur (el primer santo canario), Rosario Miranda (pastor travestido del norte de Tenerife), o Fetasianos, el laberinto habitado, sobre el movimiento literario del mismo nombre.

Otro documentalista a reseñar es el tinerfeño Miguel G. Morales, autor de numerosos trabajos de encargo sobre artistas canarios del siglo XX, sobre todo pintores y escritores, como Aislados. La esencia de un espíritu (sobre el movimiento Gaceta de Arte), Maud, los dos que se cruzan, Al silencio. Cristino de vera, Monsieur Domínguez y en El ala del sueño. Juan Ismael.

Con una mayor hondura, e influenciado por la escuela documentalista cubana donde se han formado, José Ángel Alayón y su director de fotografía Diego Marín han realizado un trabajo excepcional, La vida según era. No es sólo un retrato sobre el fin de una época, sobre antiguos oficios rurales que se están perdiendo, sino una mirada directa al alma de sus entrañables personajes, la mayoría ancianos, con un destilado sentido del humor.

José Ángel Alayón conversa con uno de sus entrañables personajes en La vida según era. (El viaje producciones)

La isla donde duerme la edad de oro (Isabelle Dierckx) otro interesante trabajo, que en tono poético, reflexiona e indaga sobre los diferentes aspectos que conforman hoy en día la identidad canaria. El título hace referencia a un curioso hecho: la pérdida de una copia de la conocida película surrealista de Luis Buñuel (La edad de oro, 1930), enterrada apresuradamente en algún lugar de Las Palmas de Gran Canaria cuando se produjo en las Islas el alzamiento militar de 1936.
Por último, Víctor Moreno ha rodado en la Península dos interesantes, minimalistas y brevísimos documentales que merecen ser destacados: Fauna humana y Fajas y corsés.

Miradas alternativas

En el terreno de la ficción, y desde el formato del cortometraje o del mediometraje, existen en Canarias otros nombres propios a tener en cuenta, guionistas-directores con una mirada diferente, que tiende a romper con la narración clásica, o portadores en otros casos de una sensibilidad muy cercana a la poesía. Se trata de creadores que han tenido menores presupuestos y escaso reconocimiento internacional, pero en ellos, en sus aciertos e irregularidades, reside la esencia de un cine como lenguaje puramente artístico.

Podemos destacar en primer lugar a la palmera Mercedes Afonso, directora de Siempre y La tierra desde la luna, dos historias de tono intimista que la emparentan con el célebre Kristof Kielowski. Actualmente está a punto de estrenar su primer largometraje El amor se mueve. El grancanario José Víctor Fuentes presenta, por el contrario, un estilo más anárquico e inclasificable, del que obtiene unas imágenes realmente novedosas, como se puede ver en algunos de sus mejores cortometrajes (La chica de la lluvia o Zacarías y el dragón de la lluvia gris).

Otra figura interesante es la del escritor palmero afincado en Madrid Nicolás Melini, que en el año 2000 sorprendió con la originalidad de Mirar es pecado, y años después con El Hijo, protagonizado por la actriz Nieve de Medina, un relato casi fantasmal de una sola escena que habla de la locura y la familia.

Aunque nacido en Lanzarote, también reside habitualmente en Madrid, Roberto Pérez Toledo. Allí comenzó a rodar cortos digitales desde finales de los 90, entre los que destaca Lluvia, en donde tres jóvenes parejas se conocen, separan o se unen para siempre bajo una noche con lluvia de estrellas. En Tenerife, y con producción de La Mirada, rodó Vuelco, donde volvió a demostrar su universo de personajes introvertidos, incapaces de expresar sus sentimientos, con una excelente puesta en escena, siempre al servicio de las emociones.

En 2005 surge en Tenerife el colectivo Digital 104, formado por cuatro jóvenes cineastas: Mª Eugenia Arteaga, Jonay García, Domingo J. González y Jairo López. Por un lado han realizado numerosos cortometrajes a título individual, como Amanece, Off o Acto primero. En ellos se advierte una pausada manera de narrar las historias, indagando sin prisas en los conflictos de sus personajes. Con sus obras colectivas (El plano, Roto, Insecto) se han lanzado a una mayor experimentación formal, uniendo en muchos casos cine y poesía.

Para terminar, reaparece nuevamente el incombustible Josep Vilageliu, que comenzó rodando en los años 70 y que, década tras década, ha buscado nuevos caminos formales en su cine. Sus últimas creaciones han logrado una mejor y más depurada unión entre el concepto original, la puesta en escena y el espectador. En Quédate conmigo construye un contenido alegato contra los malos tratos y los deseos de posesión a base de largos planos estáticos. Y en el mediometraje En los arrozales emociona con un complicado juego de realidades virtuales, inventadas o contadas, y ha sido la única película española seleccionada en el Festival Internacional de mediometrajes de Valencia La Cabina 2008.

  3/3