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  9. LA SOCIEDAD COLONIAL (FINAL DEL SIGLO XV Y COMIENZOS DEL XVI)    
 
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El papel de la Iglesia

La conquista misional de las Islas estuvo encomendada desde los primeros momentos a los frailes, pertenecientes en su mayoría a las órdenes religiosas de franciscanos y dominicos. Los misioneros, igual que ocurrirá en América, acompañaban a los conquistadores en su misión de convertir y catequizar a los canarios, considerados infieles. En muchos casos las misiones se adelantaban a la acción militar, toda vez que preparaba a los nativos para facilitar el sometimiento. También eran las órdenes religiosas las únicas instituciones que se ocuparon de la enseñanza.

Esta conquista espiritual reviste en las Islas una especial importancia, pues, según las normas canónicas de la época, los ‘infieles’ que aceptasen de buen grado la fe misionera estarían a salvo de cualquier tipo de esclavitud. Mientras que aquéllos que rechazaran la fe o soberanía del conquistador, una vez capturados, serían vendidos como esclavos.

De esta forma, los primeros son incluidos en los bandos o reinos de paces y a los segundos, en los bandos o reinos de guerra. A veces ocurría que algunos señores o conquistadores, casos de Fernán Peraza, Pedro de Vera o Alonso de Lugo, vendían como esclavos a canarios aborígenes pertenecientes a los bandos de paces, sin respeto a la condición de tales. Lo que hacía que misioneros y obispos elevaran sus protestas hasta la misma Corte o Papado, en contra de esta despiadada actitud.

Labor misionera anterior a la Conquista

Plaza del Espíritu Santo en Vegueta, Las Palmas de Gran Canaria. (AL)

La acción evangelizadora comenzó tempranamente en la segunda mitad del siglo XIV. Y fueron frailes mallorquines y catalanes los que fundaron las primeras misiones en la isla de Gran Canaria. Fruto de esta labor fue la erección de un primer obispado en Telde. El obispado desapareció hacia fines de siglo, al romperse las amistosas relaciones entre los aborígenes canarios y los misioneros europeos.

Telde es así la primera sede del obispado de Canarias, denominado “la Fortuna”, según bula del papa Clemente VI del 7 de noviembre 1351 .

Este obispado tuvo una existencia corta y convulsa porque, después de ser revitalizado por la llegada de frailes carmelitas y agustinos en 1386, acabó con la matanza de los religiosos en 1391. Acorde con las Crónicas, estos misioneros fueron odiados por los canarios, bien porque los asociaban con los esclavistas que saqueaban las costas de aborígenes para venderlos como esclavos, bien por motivos de otra índole. Lo cierto es que a finales del XIV los aborígenes arrojaron a los misioneros a la Sima de Jinámar.

Evangelización durante la primera época de la Conquista

La verdadera evangelización del Archipiélago empezó con la conquista de Juan de Bethencourt, a cargo de los frailes normandos Bontier y Le Verrier, los cuales fundan en 1404 la diócesis de San Marcial de Rubicón (Lanzarote) .Quince o veinte años más tarde, ya habían sido cristianizada la mayor parte de la población de las islas de Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro, al mismo tiempo que se había iniciado la predicación del Evangelio en La Gomera y Gran Canaria.

Los frailes en este tiempo habían preparado un catecismo para uso de los canarios.

Al final del periodo de Señorío, las Canarias tenían misiones en todas las islas y se habían levantado eremitorios en todas ellas. En Santa María de Betancuria (Fuerteventura) llegó a crearse otro obispado, pero éste sólo existió en el papel, ya que ni siquiera el obispo nombrado tomó posesión de su cargo.

EL CISMA DE OCCIDENTE Y EL OBISPADO DE FUERTEVENTURA

El papa Mart�n V cre�, el 20 de noviembre de 1424, con jurisdicci�n en las Islas Canarias, excepto Lanzarote la di�cesis de Fuerteventura. �sta fue creada como consecuencia del cisma de Occidente, generado por el doble papado en Roma y en Avignon, siendo heredero de esta �ltima sede, Benedicto XIII o "Papa Luna", establecido en Pe��scola (Castell�n). En el concilio de Constanza, se depuso a los papas de Roma y de Avignon, dejando a Mart�n V como �nico papa de Roma. Hubo varios intentos para que Benedicto XIII renunciara, pero �ste siempre se neg�. Tal negativa ha pasado a la historia como: "seguir en sus trece", cuando se mantiene una postura de forma firme. Mart�n V envi� a Espa�a a un representante con la misi�n de envenenar a don Pedro Luna, pero no tuvo �xito. El cisma incidi� en Canarias al permanecer el obispo de Rubic�n, fray Mendo de Viedma, fiel al destituido "Papa Luna". Entonces, fue nombrado el franciscano fray Mart�n de las Casas como obispo de Fuerteventura. Con todo, al morir Benedicto XIII, fray Mendo viaj� a Roma y se reconcili� con el papa Mart�n V. �ste anul� el obispado de Fuerteventura.

Como la venta de aborígenes canarios continuaba, los obispos y misioneros denuncian este negocio ilegal. En esta humanitaria labor destaca fray Alfonso de Bolaños y el obispo Fernando de Calvetos.

Acción misionera en tiempos de los Reyes Católicos

Isabel la Católica respaldó la labor misionera en defensa de los indígenas canarios, declarando la libertad de los infieles convertidos; y, cuando a sus oídos llegaban denuncias de ventas improcedentes de esclavos guanches, obligaba a que los isleños fuesen devueltos a su tierra natal. Debemos hacer constar que, generalmente, estas denuncias partían de frailes u obispos. En este sentido, destacan Juan de Frías, que denunció los atropellos de Fernán Peraza y Fray Miguel de la Serna, como protector de los indígenas.

COLONIZACIÓN Y CRISTIANIZACIÓN DE LAS ISLAS CANARIAS COMO FUNDAMENTO DE PRINCIPIO RECTOR EN AMÉRICA

El historiador Antonio Rumeu, en su libro sobre  La política indigenista de Isabel la Católica (Madrid, 1969), estudió cómo las acciones misionales que se desarrollan a mediados del siglo XIV, concretamente, con los aborígenes canarios, marcaron el trato y la defensa que se dio a los indígenas, se fundaron en el respeto a la libertad de los aborígenes.

El Papa Eugenio IV, en la Bula Regimini gregis (1434), proclamó la libertad de los aborígenes en los territorios en los que se evangelizaba. Juan II de Castilla respaldó con su autoridad el mandato pontificio.

La Reina Isabel, en su reinado, defendió la libertad de los aborígenes canarios. El 29 de septiembre de 1477, por ejemplo, conociendo que se traían esclavos de Canarias, mandó que se liberaran y prohibió su venta y reparto. La Reina, con esto, se acogía la doctrina pontificia sobre la libertad de los indígenas.

Esta actitud liberadora de la Corona en las islas Canarias prosiguió en América, como muestra la Real Cédula de 2 de diciembre de 1501, hasta tal punto que los Reyes Católicos mandaron encarcelar al mercader Cristóbal Guerra por haber maltratado y vendido en Andalucía a indios que había traído como esclavos. El mercader también tuvo que devolver el dinero recibido por la venta. Los indios fueron puestos en libertad y devueltos a sus comunidades.

La experiencia que se tuvo en la colonización y cristianización de las islas Canarias sirvió de fundamento al principio rector formulado por la Reina Isabel en el Codicilo de su testamento, al mandar que en las Indias y Tierra firme del Mar Océano, descubiertas y por descubrir, fuesen cristianizados sus habitantes y que no se consintiese que los indios «vecinos y moradores» recibiesen «agravio alguno en sus personas ni bienes», y que fuesen «bien y justamente tratados».

Hacia 1485, el obispado del Rubicón se trasladó a Las Palmas de G. C. con jurisdicción sobre todo el Archipiélago.

En los primeros repartimientos que hizo Pedro de Vera, el obispado canariense fue beneficiado con el término de Agüimes, en régimen de jurisdicción señorial.

La imagen de la Virgen de Candelaria apareció en las playas de Chimisay, costas del actual municipio de Güímar, (DM)

Finalizada la Conquista, y siempre bajo la labor de franciscanos y dominicos, se fundaban parroquias o curatos bajo la advocación de un santo patrono. Por esta época nacen las devociones a las imágenes sagradas del Archipiélago. La Virgen de Candelaria, por ejemplo, aparece en las playas de Chimisay con anterioridad a la conquista de Tenerife; se supone que fue colocada allí por misioneros de las islas orientales con el fin de que los guanches la descubriesen y adorasen, y de esta forma llegar a una evangelización más rápida, al convertirse la imagen en mensajera de la posterior evangelización. En otros casos aparecen imágenes en plena colonización como son las de la Virgen del Pino en Gran Canaria, Nuestra Señora de la Peña en Fuerteventura, etc.

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