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  1. GEOGRAFÍA FÍSICA    
 
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Situación y descripción paisajística

La isla de Gran Canaria está situada más o menos en el centro del Archipiélago Canario, entre las islas de Tenerife y Fuerteventura, separada a una distancia de unos 100 km de cada una de ellas y a unos 210 km del continente africano. Es conocida como la isla redonda debido a su forma casi circular. Sólo la pequeña península de La Isleta, en el noreste, resalta de este perímetro circular. En tamaño, es la tercera de las Islas Canarias, con una superficie de 1.532 km² y una longitud de costa de 236 km.

Gran Canaria es la isla que presenta la topografía más accidentada y compleja del conjunto de islas del Archipiélago. Se eleva desde los 3.000 m de profundidad hasta una altitud máxima sobre el nivel del mar de 1.949 m en el Pico de Las Nieves, en la zona central de la Isla. Esta disposición genera una morfología insular que recuerda a la estructura de una cúpula. Ello ha llevado a creer en la existencia de una chimenea central que emitió los materiales volcánicos conformaron Gran Canaria. En la zona centro también destacan algunos roques, como es el caso del emblemático Roque Nublo o el Roque Bentayga, fruto del origen volcánico insular que ha dejado esas formas tan curiosas y tan arbitrarias como puede ser también el Roque del Fraile. En las zonas de costa podemos apreciar estas formas de la naturaleza, con los roques marinos, como puede ser el desaparecido roque del Dedo de Dios, la Playa de los Dos Roques, etc.

En primera instancia, podemos decir que la Isla posee dos partes bien diferenciadas, debido a que los principales centros eruptivos que la formaron en diferentes ciclos, se fueron trasladando desde el suroeste hacía el nordeste. De esta manera, tenemos la mitad del noreste o Neocanaria y la del suroeste o Tamarán.

La línea divisoria entre estas grandes unidades presenta una dirección noroeste-sureste. Se extiende desde el extremo noroeste, partiendo desde valle de Agaete, subiendo por la cumbre hasta el centro de la Isla (Cruz de Tejeda y Los Pechos), para descender hacia el sureste, por la afilada arista entre los barrancos de Guayadeque y Tirajana.

Neocanaria, conocida también como ‘isla nueva’, es de más reciente formación, con algunos barrancos profundos y lomas, así como con una densa red de barrancos y barranqueras de menor importancia. En el borde noreste aparecen formaciones volcánicas submarinas, muchas de ellas recubiertas por terrenos sedimentarios. La ciudad de Las Palmas se asienta sobre una terraza de este tipo. También destaca un rosario de conos volcánicos, tanto alineados como aislados.

La segunda, ‘isla vieja’ o Tamarán, se caracteriza por presentar amplios barrancos que se alternan con macizos, rampas e interfluvios bastante erosionados, conocidos con el nombre de cuchillos. Se trata de un paisaje más abrupto de imponente relieve.

La relación de este relieve accidentado y las peculiares condiciones de microclimas que se generan ha ocasionado que la Isla tenga una gran cantidad y variedad de paisajes, hasta el punto de que también es conocida con el nombre de ‘continente en miniatura’. Podemos disfrutar tanto de un paisaje montañoso en la zona central, como de uno dunar en la zona sur (Dunas de Maspalomas), así como diferentes paisajes de medianías, donde se sigue conservando el tipismo y las costumbres campesinas con pequeñas fincas agrícolas. Existen restos de lo que en su día fue un gran bosque de laurisilva y pinares, con algunos de los ejemplares de pino canario más antiguos del Archipiélago, como es el caso del pinar de Tamadaba. Los paisajes relacionados con el agua, como son las grandes presas de la zona oeste de la Isla, son muy valorados entre los habitantes y, también, entre los visitantes, aunque no puede obviarse que la principal característica de gran parte del paisaje insular es la aridez, sobre todo, en las zonas bajas (hasta 300 m de altitud en el norte y 700-800 m en el sur).

También merecen mención los paisajes de costa, que en sus 236 km dejan estampas muy diversas. Por un lado, grandes playas de arena amarilla en la capital insular y en el sureste; por otro, playas de arena negra y cantos en la zona norte, así como grandes acantilados con estrechas pero encantadoras playas a sus faldas, y zonas rocosas en las vertientes norte y oeste.

La vegetación potencial ha sido totalmente alterada. La intervención histórica del hombre sobre el medio ha provocado la desaparición de importantes masas boscosas. La tala de leña como combustible, el pastoreo intensivo, los incendios forestales, los repartos de aguas y de monte para su roturación o los procesos urbanos desarrollados en las últimas décadas, han sido las principales causas de deforestación. Estos elementos han influido de manera decisiva en la pérdida de calidad de algunos de los paisajes grancanarios.

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