| La conquista misional de las Islas estuvo encomendada  desde los primeros momentos a los frailes, pertenecientes en su mayoría a las  órdenes religiosas de franciscanos y dominicos. Los misioneros, igual que  ocurrirá en América, acompañaban a los conquistadores en su misión de convertir y  catequizar a los canarios,  considerados infieles. En muchos casos las misiones se adelantaban a la acción  militar, toda vez que preparaba a los nativos para facilitar el sometimiento.  También eran las órdenes religiosas las únicas instituciones que se ocuparon de  la enseñanza. Esta conquista espiritual reviste en las Islas una  especial importancia, pues, según las normas canónicas de la época, los  ‘infieles’ que aceptasen de buen grado la fe misionera estarían a salvo de  cualquier tipo de esclavitud. Mientras que aquéllos que rechazaran la fe o  soberanía del conquistador, una vez capturados, serían vendidos como esclavos. De esta forma, los primeros son incluidos en los bandos o reinos de paces y a  los segundos, en los bandos o  reinos de guerra. A veces ocurría que algunos señores o  conquistadores, casos de Fernán Peraza, Pedro de Vera o Alonso de Lugo,  vendían como esclavos a canarios aborígenes pertenecientes a los bandos de  paces, sin respeto a la condición de tales. Lo que hacía que misioneros y  obispos elevaran sus protestas hasta la misma Corte o Papado, en contra de  esta despiadada actitud. Labor misionera anterior a la Conquista 
      
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        | Plaza del Espíritu Santo en Vegueta, Las Palmas de  Gran Canaria. (AL) |  La acción evangelizadora comenzó tempranamente en la  segunda mitad del siglo XIV. Y fueron frailes mallorquines y catalanes los que fundaron las primeras misiones en la isla de Gran Canaria. Fruto de  esta labor fue la erección de un primer obispado en Telde. El obispado  desapareció hacia fines de siglo, al romperse las amistosas relaciones entre  los aborígenes canarios y los misioneros europeos. Telde es así la  primera sede del obispado de Canarias, denominado “la Fortuna”, según bula del  papa Clemente VI del 7 de noviembre 1351  . Este obispado  tuvo una existencia corta y convulsa porque, después de ser revitalizado por la  llegada de frailes carmelitas y agustinos en 1386, acabó con la matanza de los  religiosos en 1391. Acorde con las Crónicas, estos misioneros fueron odiados  por los canarios, bien porque los asociaban con los esclavistas que saqueaban  las costas de aborígenes para venderlos como esclavos, bien por motivos de otra  índole. Lo cierto es que a finales del XIV los aborígenes arrojaron a los  misioneros a la Sima  de Jinámar. Evangelización durante la primera época de la Conquista La verdadera evangelización del Archipiélago empezó con  la conquista de Juan de Bethencourt, a cargo de los frailes normandos Bontier y  Le Verrier, los cuales fundan en 1404 la diócesis de San Marcial de Rubicón (Lanzarote)  .Quince o  veinte años más tarde, ya habían sido cristianizada la mayor parte de la población  de las islas de Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro, al mismo tiempo que se  había iniciado la predicación del Evangelio en La Gomera y Gran Canaria. Los frailes en  este tiempo habían preparado un catecismo para uso de los canarios. Al final del periodo de Señorío, las Canarias tenían  misiones en todas las islas y se habían levantado eremitorios en todas  ellas. En Santa María de Betancuria (Fuerteventura) llegó a crearse otro  obispado, pero éste sólo existió en el papel, ya que ni siquiera el obispo  nombrado tomó posesión de su cargo. 
	
	| EL CISMA DE OCCIDENTE Y EL OBISPADO DE FUERTEVENTURA El papa  Mart�n V cre�, el 20 de noviembre de 1424, con jurisdicci�n en las Islas Canarias,  excepto Lanzarote la di�cesis de Fuerteventura. �sta fue creada como consecuencia del cisma de Occidente, generado por el doble papado en Roma y en Avignon, siendo heredero de esta �ltima sede, Benedicto XIII o "Papa  Luna", establecido en Pe��scola (Castell�n). En el concilio de Constanza, se depuso a los papas de Roma y de Avignon, dejando a Mart�n V como �nico papa de Roma. Hubo varios intentos para que Benedicto XIII renunciara, pero �ste siempre se neg�. Tal negativa ha pasado a la historia como: "seguir en sus trece", cuando se mantiene una postura de forma firme. Mart�n V envi� a Espa�a a un representante con la misi�n de envenenar a don Pedro Luna, pero no tuvo �xito. El cisma incidi� en Canarias al  permanecer el obispo de Rubic�n, fray  Mendo de Viedma, fiel al destituido "Papa  Luna". Entonces, fue nombrado  el franciscano fray Mart�n de las Casas como  obispo de Fuerteventura.  Con todo, al morir Benedicto XIII, fray  Mendo viaj� a Roma y se reconcili� con el  papa Mart�n  V. �ste anul� el obispado de Fuerteventura. |  Como la venta de aborígenes canarios continuaba,  los obispos y misioneros denuncian este negocio ilegal. En esta humanitaria  labor destaca fray Alfonso de Bolaños y el obispo Fernando de Calvetos. Acción misionera en tiempos de los Reyes Católicos Isabel la   Católica respaldó la labor misionera en defensa de los  indígenas canarios, declarando la libertad de los infieles convertidos; y,  cuando a sus oídos llegaban denuncias de ventas improcedentes de esclavos  guanches, obligaba a que los isleños fuesen devueltos a su tierra natal.  Debemos hacer constar que, generalmente, estas denuncias partían de frailes u  obispos. En este sentido, destacan Juan de Frías, que denunció los atropellos de Fernán Peraza y Fray Miguel de la Serna, como protector de los  indígenas. 
	
	| COLONIZACIÓN Y CRISTIANIZACIÓN DE LAS ISLAS CANARIAS COMO      FUNDAMENTO DE PRINCIPIO RECTOR EN AMÉRICA El      historiador Antonio Rumeu, en su libro sobre  La política indigenista de Isabel la      Católica (Madrid, 1969), estudió cómo las acciones misionales que se      desarrollan a mediados del siglo XIV, concretamente, con los aborígenes      canarios, marcaron el trato y la defensa que se dio a los indígenas, se      fundaron en el respeto a la libertad de los aborígenes. El Papa      Eugenio IV, en la Bula Regimini gregis (1434), proclamó la libertad de los      aborígenes en los territorios en los que se evangelizaba. Juan II de      Castilla respaldó con su autoridad el mandato pontificio. La Reina      Isabel, en su reinado, defendió la libertad de los aborígenes canarios. El      29 de septiembre de 1477, por ejemplo, conociendo que se traían esclavos de      Canarias, mandó que se liberaran y prohibió su venta y reparto. La Reina,      con esto, se acogía la doctrina pontificia sobre la libertad de los      indígenas. Esta      actitud liberadora de la Corona en las islas Canarias prosiguió en América,      como muestra la Real Cédula de 2 de diciembre de 1501, hasta tal punto que      los Reyes Católicos mandaron encarcelar al mercader Cristóbal Guerra por      haber maltratado y vendido en Andalucía a indios que había traído como      esclavos. El mercader también tuvo que devolver el dinero recibido por la      venta. Los indios fueron puestos en libertad y devueltos a sus comunidades. La      experiencia que se tuvo en la colonización y cristianización de las islas      Canarias sirvió de fundamento al principio rector formulado por la Reina      Isabel en el Codicilo de su testamento, al mandar que en las Indias y      Tierra firme del Mar Océano, descubiertas y por descubrir, fuesen      cristianizados sus habitantes y que no se consintiese que los indios «vecinos      y moradores» recibiesen «agravio alguno en sus personas ni bienes», y que      fuesen «bien y justamente tratados». |  Hacia 1485, el obispado del Rubicón se trasladó a Las Palmas de G. C. con jurisdicción sobre todo el Archipiélago. En los primeros repartimientos que hizo Pedro de Vera,  el obispado canariense fue beneficiado con el término de Agüimes, en  régimen de jurisdicción señorial. 
      
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        | La imagen de la Virgen de Candelaria apareció en las playas de Chimisay, costas del actual municipio  de Güímar, (DM) |  Finalizada la   Conquista, y siempre bajo la labor de franciscanos y  dominicos, se fundaban parroquias o curatos bajo la advocación de un santo  patrono. Por esta época nacen las devociones a las imágenes sagradas del  Archipiélago. La Virgen de Candelaria, por ejemplo, aparece en las playas de Chimisay con  anterioridad a la conquista de Tenerife; se supone que fue colocada allí por  misioneros de las islas orientales con el fin de que los guanches la  descubriesen y adorasen, y de esta forma llegar a una evangelización más  rápida, al convertirse la imagen en mensajera de la posterior evangelización.  En otros casos aparecen imágenes en plena colonización como son las de la Virgen del Pino en Gran Canaria, Nuestra Señora de la Peña en Fuerteventura, etc. |